Mentiras digitales
Imagen de mi canal de Instagram @ideasland.web
A nivel evolutivo nuestra vida se ha ido complicando a partir de un mundo cada vez más distanciado de lo natural. Las leyes escritas y no escritas se han ido sofisticando y siempre hemos intentado ajustar nuestra imagen para tener mayor reconocimiento social, evitar consecuencias negativas, aumentar nuestro poder u otro tipo de beneficios. Hasta la aparición de la fotografía no teníamos registros objetivos, la narrativa es un ejercicio individual resultado de todos los sesgos del escritor al igual que la pintura que hace una descripción subjetiva, además de limitada ya que sus sentidos no recogen la totalidad de la realidad.
La tecnología avanza y actualmente tenemos registros cinematográficos con cámaras en todos los teléfonos. Este fenómeno social hace que aumente nuestra seguridad y disminuya nuestra intimidad, unido a la aparición de las redes sociales con la posibilidad de publicar información personal de todo tipo.
Los juegos han saltado a las consolas, ordenadores, teléfonos y “tablets” aportando una rápida recompensa neuronal con las aprobaciones sociales (me gusta, numero de estrellas, número de seguidores, menciones, número de amigos, número de amantes…). Estos nuevos nichos comportamentales, están abduciendo a las personas reduciendo su capacidad comunicativa real y sus interacciones sociales. Otro efecto es que las redes retroalimentan nuestro comportamiento, por ejemplo, si consultamos información de conspiraciones o del suicidio, los algoritmos toman nota y nos sugieren más contenidos de naturaleza parecida. Esto hace que tengamos un muy peligroso sesgo informativo y ya están apareciendo trastornos de la personalidad y comportamentales por el uso inadecuado de estos medios.
Asociada a la tecnología hay la posibilidad de construir realidades paralelas a través de la modificación creíble de los registros multimedia aportados (Photoshop, editores de video, efectos, filtros…) que sumado a que sólo se trasmite lo que supone un refuerzo de las competencias de valor a nivel social, hace que la manipulación de la imagen personal hacia un constante postureo resulte de uso generalizado.
En las redes todos aparecen felices, íntegros, competentes, motivados, legales, honestos, colaboradores, profesionales, etc. evidentemente esta sensación de mitificación del ego no se corresponde con la aparente continuidad de la vida de las personas.
Las mentiras no sólo es manipular la realidad, sino que también es omitir o interpretar de forma interesada, por lo que se han sofisticado y se elaboran de forma más consistente e incluso llegan a ensayarse como discurso de forma repetitiva para dotarlas de mayor veracidad.
En general somos bastante poco competentes en la captura del mentiroso, nos magnifican la importancia de la parte verbal para que tengamos tendencia a creer lo que nos dicen, ya que no nos educan para saber que indicios nos pueden hacer pensar que nos están mintiendo, además para las relaciones es una base importante la confianza que de ponerla en duda dificultaría enormemente consolidar el avance de cualquier vínculo personal. A todo esto hay que sumar el que en ocasiones no queremos saber la verdad aunque la intuyamos por el impacto que supondría. Hay felicidades resultado de la ignorancia preferibles a infelicidades resultado de la certidumbre. Por si fuera poco, hay lo que se denominan mentiras piadosas, las que aprendemos como parte de nuestra educación y son para no resultar bruscos e impresentables, sino convenientes o políticamente correctos.
Ejemplos de nuevas mentiras a las que estamos expuestos:
• Hay empresas que te montan mentiras consistentes con pruebas, para que la persona pueda dar explicaciones en una infidelidad, problema económico o laboral.
• En china hay novios de alquiler para cubrir eventos sociales.
• Por todo el mundo hay gente haciendo de “hackers” que mediante ingeniería social intentan engañar para que les entreguen contraseñas de cuentas bancarias o acceso a empresas.
• Webs que activan la cámara mientras los usuarios acceden a contenidos de sexo para ver si pueden utilizarlas para extorsionarles (en ocasiones los usuarios son menores)
• Especialistas en blanquear dinero procedente de actividades ilícitas.
• Estructuras piramidales o estafas con supuesto gran rendimiento económico.
• Cláusulas abusivas en documentos llenos de lenguaje poco claro e ingente.
• Campañas con marketing “neuronal” para la reorientación del consumo
• Contenidos disfrazados de interés general y sesgos informativos.
• Distorsión del currículum vital o profesional.
• Autopromoción y compra de seguidores.
• Política adaptativa a las estadísticas y ligada al tráfico de influencias, corrupción, prevaricación, etc.
• Ciencia orientada a resultados en vez de al beneficio social. Se acomodan los estudios a los intereses empresariales. (Se busca cronificar enfermedades en vez de curarlas)
• Relatividad ética “Estos son mis principios, pero si no le gusta tengo otros (Groucho Marx)”
• …
Nos movemos con creencias que no se corresponden con la realidad y aprovechan nuestras emocionalidades, para manipular nuestras respuestas.
Reconocer la mentira no es algo científico que tenga unos indicios infalibles que nos garantizan la detección, pero si observamos a los demás tendremos lo que en comunicación no verbal se conoce como línea base, es decir el comportamiento habitual y nos daremos cuenta si este varía hacia un aspecto de mayor tensión que es lo que ocurre cuando mentimos. El esfuerzo cognitivo de crear historias falaces hace que aparezca un lenguaje con el que parece que queramos distanciarnos (utilización de tercera persona, pronombres, eufemismos…) y un montón de gestos como rascarse, tensar músculos (apretar puños, labios, fruncir ceño, …), repetir movimientos, ralentizar el lenguaje, ser muy específico en lo irrelevante, movimientos de hombros, jugar con objetos, disminuir ilustrativos, alejar el cuerpo y otros muchos que tienen similitudes, pero siendo buenos observadores tendremos resultados cercanos al 80%, ya que algunas situaciones de estrés y ansiedad pueden tener comportamientos parecidos, por lo que es importante no sólo tener esa base referencial, sino también un conocimiento de las circunstancias que rodean al individuo, ya que si conocemos que no está pasando por un momento especialmente difícil, eso hará que la probabilidad de que los indicios apunten a la mentira tenga más peso.
Recordar “la navaja de Ockham” que dice «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable»
Podemos hacer ejercicios para mejorar nuestra competencia de lectura emocional ajena, sabiendo que el primer paso es el autoconocimiento, para conocer y evitar en la medida de lo posible nuestros sesgos (prejuicios), pero no aconsejo comunicar las conclusiones, tan sólo tenerlas en cuenta y procurar que no hagan que reevalúe las relaciones personales cambiándolas en base a enjuiciamientos que no se sostienen en certezas, sino en inferencias con alternativas tan plausibles como la propuesta.
Si eres un buen comunicador, persuasivo, empático, buen detector de emociones y mentiras, quizás trabajos que incluyan interrogatorios y valoraciones en esta dirección sean una posibilidad profesional a tener en cuenta (cuerpos y fuerzas de seguridad, jugador de póker, fraude en seguros, selección de personal, neuromarketing, ventas, abogado, periodista…).
Todos mentimos, pero cada valor humano tiene una importancia y sumando los que entran en juego nos hace saber el peso de nuestra mentira, cuando entramos en el terreno del daño ajeno debemos procurar minimizar todo tipo de daño colateral.
La verdad como la línea recta, acostumbra a ser el camino más corto entre dos puntos y mi propuesta es la honestidad, en ocasiones es difícil, pero ayuda al equilibrio interno.
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