1 imagen > 1000 palabras
Cuando se habla de imagen a nivel de comportamiento no verbal se dicen muchas incorrecciones, se generalizan ideas personales, se afirman efectos manipulativos o interpretativos que incluyen datos presentados como científicos sin respaldo de ningún estudio de rigor.
En la imagen lo primero que tenemos es establecer un vínculo invisible entre lo que somos y si nuestra apariencia trasmite de forma coherente esa esencia, este es el eje que hace que estemos a gusto o trasmitamos nuestro malestar con nosotros mismos a quien nos rodea.
Lo primero a tener en cuenta es que somos personas complejas que aunque mantenemos una raíz común tenemos diferentes presentaciones para cada ámbito que asumimos, es decir no somos iguales mientras jugamos con nuestro hijo que cuando estamos en una despedida de soltero, esto sucede porque cada rol exige una variación de nuestra personalidad. No siempre somos capaces de integrar un rol de manera inmediata y en ocasiones algunos nos incomodan al no tenerlos automatizados, por ejecutarlos de forma distante en el tiempo o simplemente porque nos exige actitudes con las que entramos en confrontación. La sociedad es cada vez más multidisciplinar, más exigente, más diversa, más técnica, es decir cada vez nos presenta más campos en los que debemos posicionarnos sobre cómo queremos ser y en ocasiones sólo este primer paso ya nos resulta inabarcable, pero si conseguimos conocernos lo suficiente como para saber quién somos en cada ámbito, la imagen debe de combinar la expectativa social y la congruencia con nuestra identidad, es decir si voy a apagar un fuego a nivel social lo normal es ir vestido de bombero (uniforme ignífugo, casco, guantes, …), pero quizás el pañuelo que me regalaron por el día del padre, mi cadena de la suerte o mis cordones fluorescentes, aporten las variaciones que necesito para tener el equilibrio cuando asumo ese rol. Por otra parte si voy a la playa con la familia socialmente se esperara que no lleve el uniforme de bombero, sino ropa de deporte y un bañador cuyo estilo, color y complementos definirán mi imagen playera.
Hay colores cálidos y fríos que no es una interpretación de la percepción, sino que se corresponde con la absorción y reflejo de ciertas longitudes de onda lumínica, el resto de lecturas que hacemos de este aspecto son ligadas a la cultura o personales, por lo que no deben de hacerse mucho caso, me explico, el color rojo en china es señal de buena suerte, progreso, belleza, etc. y se utiliza como vestido de boda, en occidente significa erotismo, pasión, peligro, vida, etc. se utiliza en pequeños complementos o vestidos de noche, no sería nada normal ver una novia de este color. A diferencia de elementos como las expresiones emocionales que son heredadas y universales, los diferentes indicadores a evaluar en la imagen dependen de la cultura y de una buena interpretación de su integración en la persona y en el entorno. Cuando se habla de este canal de gran importancia, ya que como decía Oscar Wilde “no hay una segunda oportunidad para una primera impresión” se dotan de significado a los complementos, peinados, calzado, etc. no negaré que tengan su importancia, pero creo que basta con tener sentido común y aplicar normas básicas para tener garantías de mostrar un conjunto congruente:
- “Haya donde fueres haz lo que vieres” (parte de la imagen debe de servir para aproximarnos a los demás, por ejemplo incorporar algún elemento de la cultura local en un evento en un viaje)
- Adaptar la imagen al objetivo a conseguir, entendiéndola como algo dúctil (por ejemplo no dejar tatuajes visibles en un baile de gala o intentar su visibilidad en una reunión de moteros)
- No utilizar elementos muy rompedores o llamativos, a no ser que debamos asumir ese tipo de riesgos (por ejemplo no es nada recomendable en una entrevista de trabajo, ya que lo que debe de centrar la atención somos nosotros mismos no elementos de nuestra indumentaria). Recordar que unos dos tercios de las entrevistas acaban en los primeros segundos, aunque se alarguen por cortesía.
- Evitar la incomodidad (esto no significa ir en bata y zapatillas, pero cuando no nos encontramos a gusto lo manifestamos por otros canales comunicativos y eso deteriora la imagen)
- Buscar la naturalidad y la identidad (lo que nos resulta apropiado o nos identifica genera una confortabilidad que favorece la distensión)
- Se debe de encontrar el equilibrio entre lo que mostramos y lo que somos, reduciendo el espacio entre ambos en la medida que nos sea posible
- Entender que no somos algo estático y con el paso del tiempo se debe de evolucionar
En ocasiones se habla de la belleza clásica y de la proporción aurea que está representada en estatuas griegas, pirámides, catedrales góticas, … además de encontrarse muy presente en diferentes elementos naturales como las caracolas de mar, piña americana, pétalos de rosa, … la aparición de esta proporción de forma recurrente no hace que sea como algunos afirman la proporcionalidad de la belleza, de hecho el componente generalista que se ha determinado que damos más importancia es la simetría y esta no siempre guarda la relación aurea cuando la consideramos atractiva. También hay factores como el entorno o la estructura física de la primera pareja que según los estudios tienen mayor incidencia sobre nuestra percepción de la belleza y se llega a la conclusión de que “la belleza está en los ojos de quien mira”.
Es bueno escuchar a los estilistas, peluqueros, maquilladores y otros profesionales de la imagen, pero siempre desde el respeto de a uno mismo, olvidando un poco tendencias y marcas, salvo los personajes públicos del mundo de la farándula que también deben incluirlas, para mantener la modernidad y el estar a la última con el objetivo de no perder el foco de atención que necesitan sus carreras profesionales y demostrar su poderío económico.
Otra cosa muy importante a tener en cuenta es que nuestra apariencia no es sólo lo que nos ponemos, sino sobre todo como lo llevamos, ya que puedo ponerme un vestido de etiqueta para algún evento social que lo requiera y no tenerlo integrado (es decir mis movimientos, gestos, comportamiento social, protocolo, etc. no sean apropiados y me hagan parecer un gañan).
Todos los elementos que conforman la imagen se pueden interpretar a partir del contexto, no es lo mismo las velas de una tarta que las de un candelabro, por lo que se debe observar con detalle y analizar el conjunto, ya que los elementos adquieren significado dependiendo de la escena en que se encuentran, el momento en que aparecen, el tamaño que tienen, la forma de aparecer, el diseño con que se presentan, la contrastación del color, la intencionalidad inherente, la relevancia, …
Los disfraces fuera de las fiestas (Halloween, Carnaval, …) y utilizados a diario como “normalidad” pueden mostrar la pertenencia a ciertas tribus urbanas que tienen sus “uniformes” para hacer notar su identificación con el movimiento ideológico que representan, pero la rigidez asociada que hace que no se modifique y no adapte a la situación o al grupo social su apariencia, indica una clara falta de personalidad, una baja autoestima o algún trastorno personal en las relaciones sociales.
Un único consejo es que os vistáis con emociones positivas e intentéis trasmitirlas, ya que al antipático interpretamos su imagen de forma negativa y nos parece desagradable, mientras el alegre nos contagia de su positividad y lo encontramos atractivo e incluso le disculpamos algún posible error, pues a partir de la apariencia y de su evaluación, nuestras interpretaciones del comportamiento no verbal son subjetivas y tendentes a darnos la razón sobre esa imagen que etiquetamos en los primeros segundos. Ante una sonrisa, si he decidido que me cae mal la encontraré falsa y manipulativa, pero si me ha caído bien interpretaré que se está esforzando en resultar agradable. Esta facilidad de introducir sesgos personales hace que la interpretación objetiva y profesional del comportamiento no se pueda realizar con resultados si no se parte de un conocimiento profundo de uno mismo.
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