No todo el monte es orégano

 

En el comportamiento no verbal, el contexto hace que varíe la interpretación, hay canales como el facial muy estudiados a nivel científico y otros que se están empezando a estudiar, por lo que hay que tener mucho cuidado al hacer el análisis de conjunto del componente subjetivo.

Los sesgos, prejuicios y expectativas cuadran la congruencia que debe estar presente a la hora de asignar significados, deformando el resultado, por lo que se debe de tener en cuenta para no caer en incorrecciones, los pequeños detalles, los tiempos de ejecución, los sincronismos, los microgestos y los indicadores que nos complementen la información para buscar la integridad del mensaje.

Como ejemplo podemos poner un gesto típico como puede ser cruzar los brazos que aunque tiene más de una decena de significados se interpreta de forma genérica como establecer una barrera protectora que denota la “inseguridad” de la persona que lo ejecuta, pero supongamos que lo observamos en un guarda de seguridad de un local de ocio de prestigio frente a una pelea que discurre al lado de la puerta que controla, con una alta probabilidad el significado cambie y la barrera sea para aislarse de la intervención, es decir una barrera de contención con la que el guarda quiere proteger a los implicados de su ira.

Cuando se analiza el comportamiento se debe como primer paso recoger toda la información posible de todos los canales en cada momento, añadiendo lo que nos aportan los estudios científicos de forma inequívoca y por último intentar hacer inferencias teniendo en cuenta que es bueno contrastarlas con la visión de otros profesionales, sobre todo si estamos elaborando un informe forense serio.

En muchas ocasiones en los medios se hacen explicaciones racionales y de sentido común para facilitar el alineamiento de los espectadores, pero no siempre tienen que ver con el rigor, ya que el comportamiento reposa principalmente en componentes emocionales e impulsivos donde la racionalidad que debería ser el regulador no tiene una presencia predominante y en algunos casos ligados a situaciones de delincuencia o extremas no se observa ningún tipo de relevancia en los instantes ligados a las acciones.

La parte de detección del engaño que no llega al nivel de ciencia (acierto superior al 95%), se debe de evaluar de forma probabilística, dando valores en función de la cantidad de indicadores que aparezcan en cada paquete informativo, nunca se debe dar resultados en blanco y negro, es decir, no se puede asegurar que alguien miente a partir de su comportamiento, ya que muchos de estos indicios gestuales son también indicadores de estrés, ansiedad y dificultades en gestiones emocionales de carácter personal. Lo correcto en estos casos sería decir que hay una probabilidad inferior al 85%, aunque quede poco televisivo y se suela de forma vehemente asegurar que alguien miente o lo contrario de forma muy poco profesional.

Hay ciertas líneas rojas que no se deberían de cruzar y entendiendo que en este tema como en otros el multimedia deforma y banaliza la interpretación forense profesional por parte de supuestos eruditos que están muy alejados de posiciones académicas. Es seductor tener lo que deseas, pero siempre se paga un precio, en este caso la sociedad reclama soluciones binarias para nuestro mundo de base infinita y esta simpleza sin criterio es base de la mediocridad que nos envuelve.

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